BRAZOS VACÍOS.
¡No puede ser. No puede ser! La voz de dentro de tu cabeza se ha vuelto loca mientras tus ojos no pueden apartar la vista de las dos rayitas rosa. No son sutiles, de eso nada. Piensas "Estamos en octubre...Esto fue en...", y el hilo de tus pensamientos se interrumpe. Recuerdas perfectamente el momento en el que sucedió. Tu cerebro vuelve al "No puede ser" de hace unos segundos. En un rato entrarás en la fase de "¿Qué voy a hacer ahora?", pero por el momento, tu mente se ha detenido. Y tu mirada. Te estás apretando tanto los labios con los dientes que notas el sabor de la sangre. Coges el test y lo pones encima del borde del espejo. Allí nadie lo verá. No quieres tirarlo. No sabes lo que quieres. Te tumbas en la cama en posición fetal y abrazas la almohada, como haces siempre que la vida te asusta. No se lo vas a decir a nadie, absolutamente a nadie. Ni siquiera a él. ¿Para qué? Se marchó para siempre.No puedes pensar en