VIVE. (A mis hijas)

No seas lo que no quieras ser, ni te comportes con nadie como no quisieras que se comportaran contigo. 

No abuses de la ingenuidad de otro ser humano. No trates mal a ningún ser vivo, al contrario, acaricia, protege, cuida. 

No seas de las personas que dan cursos acelerados de todo lo malo que te pueden hacer los demás. Créeme, a veces basta cruzarse con una sola para perder la fe en todo el mundo, y nadie merece tal mérito. 

No te des entera, para que encuentres un pedacito de ti cuando te hagas falta. 

No creas en las palabras, pues son huecas y se las lleva el viento. Cree en los hechos. Mas no dejes que salgan de tus labios otra cosa que no sean palabras de aliento, de gratitud o de consuelo. 

No seas cruel con tus críticas. Recuerda que todos pensamos que hacemos lo mejor que podemos.

No seas desagradecida con quienes están siempre para ti, y regálales tu presencia cuando la necesiten.

No mientas, pues no hay  nada más triste y vergonzoso que perder la confianza de quienes te rodean.

No dejes que nadie te haga sentir que no vales, que no puedes, que no sabes, que no mereces, pues eres única en el mundo y solo tú puedes decidir de lo que eres capaz.

No hagas daño a sabiendas ni te aproveches de la bondad de nadie. 

No seas cobarde. Toma tus decisiones y llévalas a cabo con el miedo justo, no más, y no temas equivocarte. El único fracaso cierto es no haberlo intentado. 

No te arrepientas de lo que has hecho por otros, aunque creas que no ha servido de nada, o te sientas ridícula por haberte dejado llevar. La vida no se queda con nada de nadie, y llegará el día en que pensarán en ti como mereces, y si no llega, que no te importe. Lo que se hace por otro con amor o con fe, nunca es un desperdicio. 

No vayas a donde no quieras ir, ni te marches de donde quieras estar. 

No tengas reparo en indignarte  ante las injusticias que ocurran a tu alrededor ni en contribuir a remediarlas, aunque salgas maltrecha alguna que otra vez. 

No rechaces nunca un buen momento, unas risas, una agradable conversación con un buen amigo, pues esas son las cosas que alimentan el alma. Rodéate siempre de tus personas favoritas, esas que sacan lo mejor de ti. 

No tengas miedo de pedir ayuda, y está dispuesta siempre a ofrecer la tuya.

Cuando llegue el momento, te marcharás en paz, dejando tras de ti una estela que nadie querrá borrar. Así permanecerás. 

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