Adivina, adivinanza
Me muevo entre el susurro y el grito a pleno pulmón, en plena calle o a escondidas en un rincón, en pequeñas dosis o en exceso, sin ninguna moderación.
Paso de la verdad más absoluta a la mentira más despiadada, acariciando sin miramientos los labios a los que pertenezco y también aquellos a los que no.
Soy la Magdalena de las palabras, la más hermosa y la más cara, o la más barata y desgastada. Soy el consuelo y el dolor, la verdad y la más grande farsa.
Soy tanto y soy tan poco que casi nunca soy suficiente o estoy fuera de lugar. Tan mal usada, tan prostituida, que por mí misma, apenas tengo valor.
"Te quiero". Esas dos palabras soy yo.
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