Pulsar "Enviar"

Escribir aquel  e-mail fue más difícil de lo que había pensado en un principio que sería, pero al fin lo había terminado. Educado, pero valiente, sincero, pero comedido. 

Tal y como decía al final, "No me despediré escribiendo nada que pueda comprometerte". 

Las palabras justas que, sin embargo, le harían saber que seguía en el limbo donde había estado confinada desde que lo conoció. Al colocar el dedo sobre la tecla "Enviar", la imagen de todos los males de la caja de Pandora asolando a la humanidad la hizo encogerse y sentir un escalofrío. Ya no le pareció tan buena idea enviarlo.

Se levantó y se fue a consultarlo con un café. Le hubiera gustado ser adivina para interpretar los posos. Más tarde reflexionó bajo los rayos del sol. Eso siempre la ayudaba a tomar buenas decisiones. 

Y se envalentonó de nuevo y fue a su cuarto a sacar el mail de "Borradores" para hacer lo que el corazón le pedía a gritos, pero la invadió el mismo terror que si estuviera a punto de pulsar la tecla roja que lanza los misiles de una guerra cuyo final era la más absoluta devastación.

Se dijo a sí misma que revolvería los mismísimos demonios del Averno si pulsaba aquella tecla, que estaría abriendo a bocados una herida cuya cicatriz le había costado ríos de lágrimas y una eternidad formar, y que, a duras penas mantenía unidas los dos trozos de piel y carne. Tendría que reconocer que todas sus horas puestas en la tarea de relegarlo al olvido habían sido inútiles, infructuosas.

Se tumbó en la cama un rato esperando que volviera la cordura y que el llanto no le nublara el juicio, porque no quería volver a la certeza de la incertidumbre más absoluta.

Porque en otras ocasiones, tiempo atrás, ya había pulsado el botón del pánico y el sonido de la alarma fueron promesas huecas y falsas ilusiones. 

Por fin supo que esto era cualquier cosa menos normal, porque, por desgracia, ya no recordaba ni su rostro. Y se levantó para cerrar el portátil. Nada tenía sentido, ni soñar con ancianas desconocidas que lloraban diciendo que tenía que buscarlo, ni resucitar algo a lo que no se tiene derecho. Ni maltratarse a una misma condenándose a la espera de una respuesta que, seguramente, no llegaría jamás. 

Porque los sueños, sueños son, y no hay nada que tenga arreglo que no consiga arreglar el tiempo si es así como debe ser.

Comentarios

Entradas populares